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Razones para hacer huelga en la Iglesia (y III)

El mundo occidental ha cambiado, entre otras cosas, porque ha admitido la igualdad de las mujeres en la sociedad. Ha costado muchas lágrimas y censuras contra las pioneras pero aunque todavía quedan sectores de la sociedad que la ven con malos ojos, han ido cayendo todos los que se oponían. Pero lo más asombroso es que la Iglesia Católica, que tiene por norma la defensa de los sectores más desfavorecidos, se muestre reacia a admitir a las mujeres en los órganos de poder. Con ello pierde prestigio y no puede defender la palabra de los más débiles porque le dicen sus oponentes que antes de dar consejos, arregle su casa.

Estamos de acuerdo en que nuestro credo nació en una sociedad patriarcal que le negaba derechos a las mujeres a pesar de que Pablo afirmara en Gálatas 3,28 que la Iglesia de Cristo no podía haber diferencias entre hombres y mujeres. Nuestro credo se vio contaminado por el entorno en el que se desarrolló y es comprensible, pero hoy el ambiente es a favor de la igualdad femenina y la Iglesia no cambia.

Lo más sangrante es que faltan vocaciones sacerdotales y muchas comunidades se quedan sin eucaristía que es el centro de nuestra fe, sin líderes y sin un reparto de cuidados y de responsabilidades. Muchas voces se levantan, principalmente en regiones periféricas, demandando que la Iglesia se renueve y acepte mujeres en los cargos con poder. El argumento que niega la posibilidad se funda en la tradición, basada en épocas lejanas, cuando las mujeres, decían los grandes pensadores y teólogos no tenían capacidades de liderazgo y habían sido creadas para la maternidad y ayuda al varón.

La Iglesia da mucha importancia a los símbolos y la tienen. Los sacramentos son símbolos de la gracia y de la presencia de Dios en el mundo, un mundo que desde el concilio Vaticano II no despreciamos pues es el entorno en el que vivimos y apreciamos lo que tiene de bueno: la democracia en los gobiernos, la igualdad entre todos los hombres, la lucha contra la violencia, la justicia para todos, el derecho a una vida digna...

Si esto es así ¿cómo se defiende, al día de hoy, la nula participación femenina en el gobierno eclesial? Una comisión está estudiando la posibilidad de aceptar el diaconado para las mujeres pero están manejando la perdiz, llevan muchos meses y no llegan a ninguna solución lo que nos hace pensar que hay mucha gente que se opone. No hay más que ver que muchos pastores anglicanos se pasaron a nuestra Iglesia cuando vieron mujeres con alzacuello en el altar. La lucha sigue y los árboles caen del lado que se inclinan… pero muchas de nosotras no lo verán. Eso sí, nadie nos puede arrancar la esperanza.

Isabel Gómez Acebo

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